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La DANA ‘golpea’ el hogar de los más necesitados

Las cifras de pobreza en Orihuela no solo no se han visto reducidas este 2019, sino que, como consecuencia de las inundaciones producidas por la DANA, se han visto incrementadas. El número de personas, en su mayoría oriolanos, que han acudido a Cáritas para pedir ayuda ha sido mayor que otros años.

Como explica Manuel Sáez, director de la Casa de la Caridad de Orihuela, «el acuerdo con el Ayuntamiento ha sido encargarnos de recoger y distribuir ropa, y hemos tenido días con más de un centenar de personas atendidas».

Pero las lluvias del pasado septiembre también ‘golpearon’ duramente a los más necesitados porque los desprendimientos de la sierra desde la zona del Seminario destrozaron parte de este inmueble situado en la calle Comedias. Rocas y piedras de considerable tamaño cayeron en el patio pero además rompieron las ventanas y dejaron inutilizable la cocina. Tres meses después, estos espacios han sido rehabilitados gracias al trabajo de los propios usuarios de la Casa de la Caridad.

Proyecto Galilea
La Casa de acogida Galilea ha dado alojamiento este 2019 a 209 personas en corta estancia y a 55 personas en promoción/recuperación. «Son personas que no tienen nada y que están en la calle, buscando la forma de subsistir», según Manuel Sáez.

Aquí reciben respuesta a sus necesidades básicas de alojamiento, manutención, vestir y farmacia una decena de personas, pero este 2020 hay en proyecto aumentar las estancias para contar con unas quince plazas. «No podemos tener más porque no hay espacio y no disponemos del personal suficiente para atenderles, pero esa necesidad social existe». Una de esas habitaciones está siempre reservada para una persona maltratada «porque puede llegar a cualquier hora del día y hay que atenderla».

La labor fundamental de la Casa Galilea es la oferta de plazas de larga estancia, entre 3 y 6 meses, inclusive hasta un año en caso de mayor necesidad. «Son personas que llegan con numerosos problemas».

Por otro lado, si en 2018 en la sede de Cáritas Interparroquial de Orihuela entregaban 6 bocadillos diarios a personas transeúntes, durante este 2019 la media se ha incrementado hasta unos 15 bocadillos, fruta y zumo cada día. «A quien venga a pedir comida, ese bocadillo nunca le va a faltar», afirma el director de la Casa de la Caridad, donde también ofrecen el poder ducharse, facilitando una toalla y ropa limpia.

En busca de la integración
Todos los servicios que ofrece Cáritas tienen como objetivo ser cauce de integración para estas personas. Para ello se desarrollan un conjunto de actividades formativas y educativas que les ayuden a superar la situación de pobreza y vulnerabilidad que sufren.

En los nueve cursos y talleres realizados durante 2019, como alfabetización, informática, jardinería, costura y reciclado de ropa, entre otros, han participado 122 personas, algunas de las cuales ya han encontrado trabajo. «Nosotros les decimos que el objetivo es salir de la situación en la que se encuentran, pero hacerlo en condiciones dignas».

Esta importante labor no sería posible sin la ayuda de las administraciones, pero también destaca la solidaridad de empresas y personas anónimas que, como señala Manuel Sáez, «ha aumentado como consecuencia de lo visto tras la DANA».

«Estoy recuperando mi vida después de pasar años muy dramáticos»

Su nombre es Francisco, es natural de Elche y llegó a Orihuela hace tres meses con la intención de colaborar como voluntario en los trabajos para paliar los daños causados por la ‘gota fría’. Detrás de ese encomiable propósito existía una causa mayor: intentar escapar del círculo en el que se encontraba como consecuencia de su adicción a la droga. «Llegué a unas circunstancias muy dramáticas para mí que me empujaron a escapar. Llevo 20 años luchando contra la droga y era necesario cambiar el entorno para intentar salir de ese infierno».

Ni su paso por Proyecto Hombre ni la ayuda de su familia (tiene un hijo de 26 años) logró que se ‘desenganchara’ de ese oscuro mundo. Como relata a ‘Activa’, «estaba en el mismo sitio y con las mismas amistades. Cuando yo no consumía, venían a buscarme para ofrecerme o pedirme. Decidí entonces coger todo lo que tenía e intentar cambiar de vida».

Con sus 48 años, Francisco, o Paco como le llaman también sus nuevos amigos y compañeros en la Casa de la Caridad de Orihuela, acudió a Cáritas a pedir ayuda al verse en la calle y sin nada. «Aquí, en Orihuela, me acogieron con los brazos abiertos y estoy empezando a vivir de otra forma».

Como residente, este ilicitano asegura que no se avergüenza ni ve indigno vivir en la Casa Galilea. Su día a día allí es para él, «muy normal», realizando y participando «en las tareas que me encargan». Pero la labor de acogida va más allá, porque Francisco está formándose para reincorporarse a la vida laboral. «He tomado parte de varios cursos y espero encontrar un trabajo que me permita buscar una vivienda donde volver a hacer una vida normal y tranquila». Lo que no cesa de repetir y destacar es «el apoyo y el cariño que aquí he encontrado» porque, como reconoce, «vine a ayudar a personas necesitadas y ahora me están ayudando a mí». Francisco se muestra agradecido a la que ahora considera su familia, «porque me han dado toda la ayuda que he necesitado».

En Orihuela ha recibido esa segunda oportunidad para rehacer su vida después de muchos años «muy difíciles y negativos para mí» y anuncia que su intención es «quedarme a vivir en esta ciudad». Recuerda su pasado pero siente la necesidad de superarlo, y como asegura, «cuando vuelva a Elche a ver a mi familia y amigos, quiero hacerlo con la cabeza bien alta».

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