VIVIR DE ESPALDAS NO ES VIVIR.
El pasado lunes, 12 de febrero, en la Biblioteca Pública y Archivo Histórico «Fernando de Loazes» y bajo el título de «La Universidad de Orihuela, una historia por contar», el periodista oriolano D. Juan José Sánchez Balaguer, daba una conferencia sobre un tema fundamental para una ciudad sin proyecto de ciudad, pese a lo definidos que están sus motores económicos, sociales y culturales. El documento, serio y riguroso, fruto de una investigación de varios años, recoge todo lo que no se había contado de aquel periodo tan convulso y lleno de intereses políticos, en los que la ciudadanía oriolana se tuvo que tirar a la calle tras las pancartas de Pro- Campus para decirles a sus empleados públicos en qué dirección estaba el futuro; un momento en el que se repartían sedes universitarias en Elche y Altea, y a Orihuela se le negaba hasta la posibilidad de recuperar su sede histórica.
Si bien la documentación que sirvió de base a la conferencia, es ya un referente para quienes quieran poner nombres y apellidos a los torpes y trileros que, como los cuatro jinetes del Apocalipsis, se aliaron sin ninguna coordinación para dejar las aspiraciones universitarias de Orihuela a la altura de donde está actualmente, confieso que, cuando oí ese detalle (no menor) de que el director de Sto. Domingo trabajaba en la dirección contraria a lo que firmaba su Obispo, o que Altea, (con 14 firmas, 14) se llevó Bellas Artes frente a Orihuela (con 26.000 firmas) y una Escuela de Artes, o que todo el mundo se pusiera de acuerdo para negarnos la posibilidad de que el CEU San Pablo se instalase en nuestra ciudad, o que el alcalde no se enteraba de lo que ocurría delante de sus narices, me pareció la mascletá de lo más parecido a un guion berlanguiano que a un documento histórico. En cualquier caso, lejos de las polémicas que algunos intentaron levantar interesadamente aprovechando la desmemoria de esos veinticinco años, porque los documentos son lapidarios, yo animaría a todos a tomarse en serio cuestiones que son de todos y dejarse de ahondar en los ombligos, propios e impropios.
El proyecto Universitario de Sto. Domingo, que acabó en manos de una conspiración de inútiles, debe ponerse de nuevo sobre la mesa; aunque solo sea porque la Oficina Antifraude ha dicho que eso de «reacordar» unos terrenos acordados previamente para un proyecto universitario, es corrupción; también para que la Iglesia tenga la oportunidad de nuevo de devolver a Orihuela parte de todo lo que le debe; y es mucho. Igualmente, el Ayuntamiento debe pedir explicaciones donde proceda y agilizar las decisiones políticas para que los dos edificios que le faltan a la sede de las Salesas, se construyan; aunque solo sea para justificar ante los ciudadanos las desorbitadas cantidades que se pagaron por la compra de aquellas casas que han dado lugar a dos solares.
Hace unos meses, me reuní en la UMH de Desamparados con el que ahora es su director; la idea era abrir una conversación constructiva sobre la universidad oriolana y otros proyectos relacionados con la misma. Y en esa conversación, larga y llena de interesantes coincidencias, sobre todo en la ilusión por ver a Orihuela en el lugar que se pedía en las movilizaciones de finales del siglo pasado, salió un tema que creo necesario poner con urgencia sobre la mesa de los despachos. Es decir. ¿Por qué la UMH, no solo la sede de Desamparados, también la Sede de las Salesas, vive de espaldas a Orihuela y Orihuela de espaldas a su Universidad? ¿Por qué ese muro? ¿Quién lo levanta, lo mantiene y a quién beneficia? Y esta es la cuestión de las muchas cuestiones que todavía enmarañan el tema universitario; porque cuando todo se deja por hacer, todo está por hacer.
La UMH, debería preguntarse «qué ha hecho o no hecho» para que eso ocurra, qué podrían hacer distinto a partir de ahora y, por supuesto, que podemos hacer todos, ojo, todos, instituciones, el mundo de la cultura y la ciudadanía en general para revertir una situación que a nadie beneficia; y a Orihuela menos que a nadie. Y más preguntas. ¿Por qué, en veinticinco años, no se han asignado nuevas titulaciones a la sede oriolana? ¿Por qué todavía no se han levantado los dos edificios que conformaban esa sede universitaria? Y más. Una vez retomado el proyecto universitario de la Universidad de Alicante en santo Domingo, aún hay un lazo que une a esas dos instituciones como es la «Cátedra Fernando de Loazes», ¿por qué no ampliarlo?, ¿por qué no establecer, en el magnífico edificio del Real Monasterio de la Visitación de Santa María (Las Salesas), un monumento restaurado con dinero público al igual que Sto. Domingo, ese punto de encuentro entre la Iglesia y la UMH?; una Iglesia, insisto, que necesita también ponerse de cara (y dejar de vivir de espaldas) al pueblo de Orihuela. Pero hay más. ¿Por qué no retomar la idea del CEU? Y otra más. ¿Por qué no trabajamos con la idea de otras Universidades, como apuntaba el conferenciante? Y, como en este tema no existe la última pregunta, ahí va la penúltima. ¿Por qué no convertir a Orihuela en ese punto de encuentro de universidades de varios continentes, a la sombra, como diría uno de sus más interesados directores, de la higuera de MH? ¿Y por qué no? A ver. Si a alguien le falta ambición, o padece ociosidad crónica, que se aparte (de una p. v.) y no nos haga un «Déjà vu»; nunca se cierran puertas que abren otras puertas, y menos con dinero público.
Artículo de opinión de José Antonio Muñoz Grau, escritor y portavoz de Pro-Campus
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