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Los agricultores aparcan su crisis para plantar cara al coronavirus sin detener la producción

Los agricultores no paran y son uno de los sectores que no ha detenido su actividad por la crisis del coronavirus. Ellos arrastran desde hace años su propia crisis, pero están demostrando en las últimas semanas que son imprescindibles y que podemos contar con ellos para responder a la demanda de los productos que necesitamos para nuestra alimentación.

La producción, lejos de reducirse, se incrementa para responder al consumidor, pese a arrastrar los mismos problemas que les llevaron a salir a protestar en la calle hace solo unas semanas.

Para Eladio Aniorte, presidente provincial de ASAJA, la agricultura es un sector estratégico «indispensable para la alimentación y muy ligado a la salud». Considera que esta crisis sanitaria ha revalorizado el sector «porque es esencial para que la gente no se muera de hambre en las ciudades. Ahora necesitan nuestros productos».

Desde la Unió de Llauradors lanzan un mensaje de tranquilidad a la sociedad. Su secretario comarcal en la Vega Baja, Antonio Gutiérrez, asegura que el sector «está preparado para suministrar alimentos de calidad», mientras califica «lamentable» el tener que sufrir una situación como esta «para que muchos se den cuenta de que los agricultores y ganaderos
somos tan necesarios».

Con la experiencia de muchos años a sus espaldas, ambos representantes de estas organizaciones agrarias coinciden en ratificar que el suministro está garantizado.

Falta de mano de obra

Con numerosos problemas en la mochila, la situación actual lleva al sector a contar con nuevas preocupaciones, como son que algún trabajador pueda contagiarse y que haya restricciones en la exportación de mercancías (algo que por el momento no ha ocurrido). A estos
hay que sumar que la mano de obra ha empezado a escasear.

José Vicente Andreu, delegado de ASAJA en la Vega Baja, destaca los problemas de movilidad de los trabajadores tras la entrada en vigor del Estado de alarma. Y es que ya no pueden ir cinco en un coche ni llenar una furgoneta o un autobús. Ahora hay que respetar un distanciamiento para garantizar las medidas higiénico sanitarias. De esta forma, se han disparado los costes al tener que pagar más el agricultor por el desplazamiento de sus trabajadores debido a que son necesarios más vehículos.

A pesar de que el campo continúa operando y de que los agricultores se han sumado a la lista de
todos esos héroes que trabajan en plena pandemia por facilitar la confinada vida en los hogares, otra dificultad para ellos está en conseguir la mano de obra suficiente para poder recolectar.

El cierre de fronteras hace que sea imposible traer jornaleros de otros países del norte de Europa o de Marruecos. En cuanto a los nacionales, impera el miedo al contagio o la necesidad de preservar la salud de personas vulnerables y cuidar a los hijos sin colegio.

Como lamenta Eladio Aniorte, «los españoles no quieren trabajar en la huerta y el campo». Afortunadamente, el pequeño agricultor de la Vega Baja no necesita gran cantidad de mano de obra, pero también desde ASAJA, José Vicente Andreu alerta de que cuando comience la recolección de fruta de temporada en la vecina Región de Murcia, «las empresas de trabajo
temporal desplazarán a los trabajadores a otras zonas».

El ministro de Agricultura, Luis Planas, estima que en España se necesitan hasta 150.000 trabajadores para la próxima recogida de las cosechas. Por ello, el Gobierno ha dispuesto
que los parados puedan trabajar en el campo sin perder la prestación durante el Estado de alarma.

Los precios se recuperan

La demanda ha elevado ligeramente los precios. Naranja, limón, alcachofa y brócoli se están defendiendo un 20% más, «lo necesario para no perder dinero, y eso ya es un éxito», señala Aniorte. Por contra, la flor cortada y la ganadería «no tienen ninguna salida y es un género
inmovilizado», afirma Antonio Gutiérrez desde La Unió.

El sector sigue demandando ayudas que no acaban de llegar. Para el presidente de ASAJA, «hay
que darlas directamente al agricultor, porque hay que ayudar sin miedo a quienes viven de ello, que no reciben ni un solo euro».

Cierre de mercadillos

Las organizaciones agrarias muestran su queja ante los graves perjuicios económicos que se generan en las explotaciones agrícolas que no son proveedores de la gran distribución.
Son quienes realizan su actividad comercial proporcionando fruta y hortaliza fresca en mercados de abastos y mercadillos ambulantes y ahora llevan su cosecha a subastas y alhóndigas.

Nuestros agricultores reclaman al consumidor que compre productos de temporada y de cercanía, «porque es la mejor forma de ayudarnos».

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