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La incertidumbre por el tercer año de sequía aboca a los agricultores de la Vega Baja a reducir la superficie cultivada

La sequía sigue amenazando a la agricultura de la Vega Baja, y cada año con mayor gravedad en una situación a la que muy pocos ven salida, salvo que venga del cielo en forma de lluvia.
La agonía que sufre la cuenca del Segura en la actualidad recuerda las grandes sequías vividas en los años 1995 y 2006, y las perspectivas no son nada halagüeñas porque este otoño no anuncia abundantes lluvias. De hecho, el Gobierno de España ha prorrogado el Decreto de Sequía para la cuenca del Segura, lo que permitirá prolongar, al menos hasta septiembre de 2018 -y ya van tres años-, las medidas extraordinarias que son necesarias para paliar la actual escasez de recursos hídricos.

Desde la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) informan que las reservas de la cuenca se encuentran en este momento al 17% de su capacidad, con 192 hectómetros cúbicos (hm3) en los embalses; lo que supone el peor dato en las reservas desde la sequía de 2006. Lo que agrava esta situación es que también hay sequía en la cabecera del Tajo, en los pantanos de Entrepeñas y Buendía, que nutren al trasvase Tajo-Segura. Por tanto, no llega agua para riego ni para abastecimiento de consumo doméstico e industrial desde el verano, y no es previsible que lo haga en los próximos meses con el nivel que tienen ahora estos embalses.

Con los recursos disponibles en la actualidad, los responsables de la CHS aseguran que estamos en una situación que no dudan en calificar de «emergencia», tanto en la cuenca como en lo relativo a trasvases. Hasta el momento no se han producido recortes en la dotación de los regantes de la cuenca, pero es previsible que, con el nuevo año hidrológico y si no se producen lluvias de importancia, a finales de septiembre se adopten medidas de ahorro, según advierten desde la CHS.

Empeoramiento progresivo
La situación hídrica de la demarcación del Segura ha empeorado progresivamente en los últimos tres años de sequía. La aportación que han recibido los embalses de la cabecera del Segura en el último año se sitúa en los 250 hectómetros cúbicos, cantidad que supone menos del 70% de la media histórica de los últimos 30 años. Esta falta de aportaciones ha provocado una disminución de las existencias propias de la cuenca desde el 36% que acumulaban hace un año hasta el 20% actual.

Las mayores existencias de la cuenca se encuentran hoy día en el embalse La Pedrera, que almacena 67 hectómetros, el 27% de su capacidad. Allí se mezclan caudales de distinta procedencia para abastecer a la población y atender los regadíos de la zona: agua del Trasvase, del Segura y de la desalación.
Abastecimiento para consumo garantizado.

A pesar de la situación de sequía que atraviesa la zona de Levante y la ausencia de agua del trasvase Tajo-Segura, «el suministro a la población está plenamente garantizado hasta final de año», como asevera Adolfo Gallardo, presidente y delegado del gobierno en la Mancomunidad de Canales del Taibilla, que abastece a la totalidad de los municipios de la Vega Baja. El responsable de la MCT explica que los aportes del Trasvase «se están supliendo con agua proveniente, en gran parte, de la desalación y otra parte con la cesión de derechos gracias a acuerdos con los ayuntamientos de Hellín y Abarán, a lo que se suma la habilitación, por parte de la CHS, de pozos de sequía para el abastecimiento.

El Ministerio de Agricultura, invertirá 11 millones de euros en obras de emergencia que mejoren la distribución del agua desalada dentro de la red. En este sentido, la aportación de agua industrial de las cuatro desaladoras del Organismo ha cubierto el suministro durante los pasados meses de julio y agosto.  Como anuncia Adolfo Gallardo, «un esquema parecido se seguirá en los próximos meses en los que está previsto que la aportación de agua desalada al sistema de abastecimiento, cubra más de la mitad de la demanda de los 79 municipios atendidos por la Mancomunidad de Canales del Taibilla».

Los agricultores miran al cielo
La situación que padecen en la Vega Baja unos 30.000 regantes, está llegando a extremos inesperados para poder regar sus 22.000 hectáreas de cultivo.

Para el presidente del sindicato ASAJA-Jóvenes Agricultores en la provincia de Alicante, Eladio Aniorte, «nuestra agricultura se enfrenta a un año hidrológico muy complicado y plagado de incertidumbre, que afecta de lleno a la previsión de plantaciones de cara al próximo invierno». Los 30 litros por metro cuadrado caídos a final de agosto en la comarca ha servido para que los cítricos tengan mejor calibre, pero cuando el agua se acabe a finales de este mes, la situación será para Aniorte «de extrema gravedad», porque, según explica, «comenzarán los problemas para los cultivos que ahora se están plantando, como alcachofa, brócoli y patata, y hortalizas de invierno como coliflor y habas, que notarán la falta de agua».

El responsable provincial de ASAJA asegura que la superficie cultivada en nuestra comarca «se está reduciendo en plantaciones de alto coste, como alcachofa y brócoli, por tantas dificultades para mantener los cultivos». Eladio Aniorte cree que el panorama para los agricultores de la Vega Baja es «una incógnita», ya que, como señala, «no sabemos cuando va a llover, y solo con la lluvia podremos salvar esta situación, porque los políticos no hacen nada por salvar un sector que es estratégico para toda la población».

Esta preocupación también la encontramos en el secretario del sindicato agrario La Unió en la Vega Baja, José Manuel Pamies, quien destaca que de cara al próximo año hidrológico que comienza el 1 de octubre, «la cosa pinta muy mal si no se recoge agua en los pantanos, porque el trasvase está prácticamente cerrado y estamos aguantando con pozos de sequía y agua de desaladoras, cada vez de peor calidad y más cara». Pamies también es de la opinión de que se está plantando en la comarca menos superficie de hortalizas «por la incertidumbre de no saber si se podrá regar», y calcula esa reducción de la superficie cultivada, «al menos en un 30%». Desde La Unió alertan, además, de la caída del precio del limón al haber aumentado la producción, y aseguran que los compradores están ofreciendo en zonas como La Murada la mitad que hace un año, pagando el kilo entre 25 y 30 céntimos de euro. La situación es complicada para los regantes de la Vega Baja, que podrán beneficiarse de las ayudas contempladas en el Decreto de Sequía, como el canon de regulación o la condonación de las cuotas de la Seguridad Social, junto a otras como la rebaja del IBI, aunque para Pamies, «no son suficientes porque solucionan bien poco».

Reproches a los políticos
Los regantes de la Vega Baja justifican su malestar por la desgana que aseguran ver en los responsables políticos ante el problema de la falta de agua, sin olvidar las promesas incumplidas y la falta de iniciativas para tratar de resolver la situación en el peor año de sequía.
La falta de desembalses en la cuenca del Segura lleva al pesimismo a estos representantes sindicales. Para el delegado de La Unió, el cierre del trasvase «es la muerte de la huerta», mientras que para el presidente de ASAJA, «es una losa que no vamos a poder levantar».

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