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Vecinos de las pedanías anegadas trabajan sin descanso para intentar recuperar la normalidad en sus viviendas y negocios

Toda ayuda es bienvenida en los barrios y pedanías conocidas como la ‘zona cero’ por ser las más afectadas por la reciente gota fría que ha dejado anegadas no solo sus calles, sino también cientos de viviendas y bajos junto a innumerables cocheras.

El Escorratel, Molins, Correntías, El Badén, La Campaneta, La Matanza, Media Legua, Raiguero de Bonanza y La Aparecida son algunas de las zonas perjudicadas, donde pasada más de una semana de la inundación aún encontramos barro y suciedad.

«Después de una desgracia como ésta solo nos ha quedado deshacernos de todo lo inservible y limpiar», como señala una vecina de La Campaneta que prefiere no decir su nombre. Es una de tantas personas que sienten la impotencia de ver el daño causado por el agua.

El alcalde pedáneo de Molins, Reyes Esquiva, señala que lo más duro ha pasado, «pero sigue siendo muy duro ver a mis vecinos así porque algunos lo han perdido casi todo y hay que ayudarles hasta en elaborar la relación de daños para reclamar una indemnización». Ha sido la peor inundación sufrida en Molins, que estuvo dos días sin suministro eléctrico y casi seis días incomunicada, pero el pedáneo asegura que podía hacer sido peor si hubiera roto el río o el Reguerón, «el torrente de agua habría inundado hasta tres metros de altura».

Pepe ha perdido dos negocios, el suyo como reparador de electrodomésticos y el taller de costura de su mujer. «Teníamos las máquinas en el bajo y todo ha quedado devastado e inservible porque entró más de metro y medio de agua». Este vecino de Molins descarta rehacer aquí su negocio «porque esto es seguro que volverá a repetirse».

José Miguel ha visto totalmente inundada su cochera. «La tenía bien arreglada y con muchas cosas, que he perdido totalmente». Como explica, «una odisea para mí y mi familia que nunca olvidaremos».

En La Campaneta, Paqui afirma que esta inundación «ha sido la que más dolor y daños nos ha dejado». Como otros tantos casos en esta pedanía, a la puerta de su vivienda se amontonan muebles y enseres estropeados por el agua. Otra vecina, Teresa, asegura que trató de salvar todo lo que es importante, «pero el agua no dejaba de crecer».

La Media Legua también ha estado inundada y el barro es visible todavía en calles y caminos que casi han desaparecido entre suciedad y enseres desechados que los vecinos han sacado de sus casas.

Todos los vecinos coinciden en relatar los duros momentos vividos, mientras confían en dejarlos atrás y en que no se vuelvan a producir.

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