El prestigioso filósofo, ensayista y pedagogo José Antonio Marina visitó Orihuela el pasado martes y pronunció la conferencia ‘Talento, creatividad y aprendizaje’, basada en algunos de los aspectos que aborda en su libro ‘El talento de los adolescentes’.
Pregunta. ¿Los jóvenes de hoy desarrollan menos su talento porque están más acomodados?
Respuesta: Yo creo que les estamos maleducando y es culpa de los adultos porque nos hemos equivocado en el modelo de adolescencia y es una época que no se puede desperdiciar porque se consolidan las grandes capacidades para el resto de su vida. Debemos exigirnos más, pero también confiar más en ellos, porque en esa etapa los jóvenes están desarrollando su talento.
¿Sabemos los padres motivar a nuestros hijos a esas edades?
Conozco esas dificultades y hace ocho años que puse en marcha una universidad para padres, porque educar en estos momentos es muy difícil. Hay que entender lo qué pasa y conocer las grandes posibilidades de nuestros hijos y como enfrentarse con los problemas. No es verdad que los padres no se preocupan de la educación de sus hijos, pero no saben qué hacer. A veces, tienen circunstancias complicadas si trabajan ambos padres y piensan que para el poco tiempo que pasan con ellos no van a ser sus policías. Nosotros les podemos ayudar en www.universidaddepadres.es
¿Es optimista sobre el futuro del joven emprendedor?
Tenemos que serlo y hemos cambiado de mentalidad porque el sistema educativo, incluida la universidad, no se animaba a emprender. Una encuesta de la Universidad de Valencia revelaba que más del 80% de los jóvenes universitarios quería ser funcionario y eso es el antítesis del emprendimiento. Comprendo que pueden tener mucho miedo y que emprender siempre es un riesgo. Ahora, la crisis ha hecho que hayamos empezado a cambiar de actitud, porque muchos de ellos van a tener que crear su propio puesto de trabajo.
¿Cree que los españoles tenemos miedo a enfrentarnos a los problemas y no nos lanzamos en busca de nuestro futuro laboral?
En nuestro subconsciente está el pensamiento ‘que me arreglen las cosas, pero sin pedirme mucho’ y hemos estado educando durante tiempo a unas generaciones muy conformistas, con muy poca capacidad de revelarse, porque si no, no hubiéramos podido aguantar una tasa de paro juvenil tan alta sin que se produjeran problemas en las calles. Las familias han funcionado como colchón de seguridad y muchos jóvenes se han instalado en lo que llamo una impotencia confortable y eso ha sido muy perjudicial para ellos.
¿Cómo podemos saber que hemos hecho lo que hemos podido para cambiar estas pautas?
Debe haber una sinceridad con uno mismo que puede descubrir si hemos aprovechado las oportunidades que teníamos. A veces buscamos sistemas de excusas y somos muy hábiles para eso. Hay que desarrollar el pensamiento crítico, porque, de lo contrario, podemos convertirnos en colaboracionistas, participando en cosas que hemos propiciado con nuestra pasividad. Tenemos que aceptar que debemos ser rigurosos con nosotros mismos.
«A los jóvenes debemos exigirles, pero también hay que confiar mucho más en sus posibilidades»
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