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Los retos de la movilidad en Orihuela

La distancia entre la costa y el centro de la ciudad, la presencia de vehículos de movilidad personal en las calles, el uso de la bicicleta, la necesidad de una red de transporte público moderno y funcional, los problemas de aparcamiento o la reivindicación de la accesibilidad son mensajes que se repiten periódicamente en cada cita electoral, pero en los que no se produce un avance real.

Los estertores del siglo XX y la impetuosa irrupción del nuevo milenio trajeron consigo nuevas reflexiones que buscaban encontrar soluciones a problemas instalados en los países desarrollados. Las ciudades también asumieron estas inquietudes globales. La economía, el concepto de familia o el medio ambiente comenzaron a ubicarse definitiva y decididamente en el centro del diálogo social y político. Aunque los dos primeros asuntos citados a modo de ejemplo darían para múltiples e interminables debates, la nueva edición de la Semana Europea de la Movilidad, que se celebra cada año del 16 al 22 de septiembre, impone que abordemos ahora la cuestión ambiental.

¿Cómo podemos interpretar esta iniciativa apoyada por la Comisión Europea desde el año 2000? ¿Qué podemos hacer desde los ayuntamientos para tener ciudades más sostenibles? ¿Qué Orihuela queremos? El primer paso, la prioridad, la respuesta que con más inmediatez me viene a la cabeza, es que se debe hablar de movilidad desde un enfoque holístico sustentado en un gran acuerdo sobre qué modelo de ciudad queremos en el que técnicos cualificados, políticos, agentes sociales y hasta el último ciudadano de a pie pueda opinar. A pesar del voto en contra de VOX, negacionistas del cambio climático, y la abstención electoralista del PP, la primera fase, esta de ese gran consenso, ya la superamos hace unos meses en Orihuela con la aprobación inicial en sesión plenaria del Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS) en enero del presente año. Como así expusimos aquel día, este PMUS es una especie de plan director que aterriza y adapta al ámbito local las directrices europeas, un documento vivo, con margen de mejora, pero que, sin duda, indica el camino a seguir. Rechazar, pues, estos proyectos que giran en torno a la sostenibilidad es una forma de rechazar nuestra pertenencia a la Unión Europea y a compromisos despojados de esas perversas connotaciones políticas que algunos ponen de relieve. Si ya nada nos sorprende de los discípulos de Abascal, sí es llamativa la reacción hostil y demagógica de algunos líderes populares –como el alcalde de Murcia o el de Elche-, quienes en campaña rechazaron proyectos enmarcados en esta estrategia y ahora, escasas fechas más tarde, se apropian de ellas. También en Orihuela han sonado voces discordantes. En fin…

Muchas veces he repetido lo mismo: Orihuela necesita un plan general, pero le urge desarrollar ya este plan de movilidad. En un municipio con más de veinte núcleos de población repartidos en 365 kilómetros cuadrados de superficie y una población estable de ochenta mil habitantes –cifra que se triplica en verano- son dos los retos fundamentales: el primero, vertebrar el territorio favoreciendo la cohesión física y emocional de todos los oriolanos independientemente de que residan en el centro de la ciudad, en cualquiera de las pedanías o la costa, que requiere una sensibilidad y un compromiso adicional por parte de la administración local; el segundo, aplicar en cada uno de estos núcleos medidas comunes en materia de movilidad que contribuyan a vivir en un entorno más sostenible, más amable y más saludable favoreciendo siempre la actividad comercial y garantizando la protección del ingente patrimonio local. Si me lo permiten, ‘macromovilidad’ versus ‘micromovilidad’.

El desdoblamiento de la CV-95, mejorar el servicio de los trenes de cercanías, ampliar la frecuencia del AVE, traer a Orihuela los alta velocidad ‘low cost’, la circunvalación por la carretera de los tubos, la supresión del peaje de la AP-7, unir el casco y la costa con una línea de ferrocarril y mejorar las conexiones con el hospital Vega Baja se inscriben en ese primer ámbito superior de la movilidad y son objetivos que debemos luchar y revindicar, pero, conscientes de  la envergadura económica y la complejidad administrativa de estos asuntos, el trabajo del gobierno local debe centrarse en esas acciones que dependen directamente de los que ostentan competencias municipales, es decir, de los miembros del equipo de gobierno, y que pueden suponer una reducción del 18% de las emisiones de gases.

Las labores de diagnóstico realizadas hace escasos meses arrojan datos contundentes: el 45% de los desplazamientos en Orihuela se realizan en vehículo privado y los viales internos de la ciudad están asfixiados por la inexistencia de esa circunvalación que alivie la presión de tráfico en el centro de la ciudad, lugar donde la ocupación de los aparcamientos alcanza cifras próximas al 100% durante gran parte del día. A corto plazo urge, por tanto, crear aparcamientos disuasorios en los vértices de la ciudad, modificar la ordenanza que regula la ocupación de vía pública para favorecer la dinamización comercial, reorganizar la zona azul reduciendo el claro exceso de plazas de avenida de la Vega y generando aparcamiento regulado en otras zonas que lo necesitan más y promover la colaboración público-privada para la construcción de un nuevo parking. Asimismo, debemos apostar por unas pedanías más “paseables” y accesibles, sin barreras arquitectónicas, pensadas para una población cada vez de más avanzada edad, acometer el proyecto de reurbanización de Duque de Tamames y del casco histórico y trabajar para mejorar la conexión interna de las urbanizaciones de Orihuela Costa. De manera paralela, es hora ya de seguir haciendo un trabajo de concienciación en las aulas y en la calle, definir itinerarios escolares, acotar zonas de bajas emisiones y controlar la contaminación acústica en espacios saturados, así como determinar criterios para que los trabajos de reurbanización que se inicien apuesten por la renaturalización de espacios y la creación de plataformas únicas para favorecer la accesibilidad y la incorporación de la bici en nuestras calles.

Orihuela puede y debe ser una ciudad peatonal, nuestro rico patrimonio también pide a gritos ser protegido reduciendo el tráfico en su entorno, pero estas actuaciones requieren una precisa secuenciación para evitar perjudicar a un comercio tradicional que cada día que pasa lo tiene más difícil. Son múltiples los retos a los que nos enfrentamos, pero ahora sí tenemos la hoja de ruta y contamos con las herramientas necesarias para avanzar. Solo queda que quienes ahora pueden hacerlo desde las áreas de Urbanismo, Medio Ambiente, Infraestructuras o Comercio se convenzan de la importancia de estas medidas, se remanguen y se pongan a trabajar en ello para conseguir la Orihuela que necesitamos.

José F. Aix

Portavoz Grupo Municipal Ciudadanos Orihuela

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