Con la llegada de Halloween, poco a poco, vamos perdiendo las tradiciones originales de nuestra tierra. La madrugada del Día de Todos los Santos se llevaban a cabo algunos “rituales” o costumbres para honrar a los muertos, estas son algunas de ellas:
LAS MARIPOSAS DEL DÍA DE DIFUNTOS.
Antiguamente, posiblemente nuestros abuelos lo hacían, ponían “mariposas” sobre la cama. Se trataba de una especie de velas caseras: unos cubitos del dicho material (vela), ensartados en un par de discos del tamaño de una moneda de cinco céntimos de euro, el disco de abajo era una lámina de corcho natural, el disco de arriba era un disco de cartulina decorada; flotaban en el aceite se ponía en un cuenco y se encendían, con el fin de iluminar a las almas.
Estas mariposas se encendían en la “Noche de los Difuntos”. Se ponían sobre las camas hechas, y no te podías sentar sobre la cama ya que se decía que las almas de los difuntos volvían a dormir a sus camas durante esta noche y día.
NOCHE DE CALABAZAS.
A nuestros antepasados, en la madrugada de Todos los Santos, les gustaba narrar historias de aparecidos, siniestros relatos de aquellos que buscaban perdón o venganza… Se encendía la mesa camilla y el brasero -entonces hacía frío- daban pie a una charla animada con dulces, licores, calabaza asada, gachas y arrope, una peculiar manera de vivir esta tradicional noche, en la que los niños -y algunos mayores- no querían irse a dormir solos.
Actualmente la tradición, algo siniestra, ha desaparecido -como otras muchas- prácticamente de todos los hogares para dar paso en nuestras calles al Halloween de las calabazas, disfraces, caramelos y el “truco o trato” con el que los niños llaman a las puertas.
LOS AUROROS CANTAN EN EL CEMENTERIO.
Esta tradición, por suerte, sigue en pie. Como todos los años, el 1 de noviembre, festividad de Todos los Santos, los Auroros de muchos municipios de la Vega Baja se desplazarán hacia el Cementerio Municipal de sus respectivos pueblos para realizar los tradicionales cantos de la salve a los difuntos.
